Sismos deberían reiniciar la forma en cómo concebimos México

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02/10/2017

Sismos deberían reiniciar la forma en cómo concebimos México

Sismos deberían reiniciar la forma en cómo concebimos México

Mario Luis Fuentes | Colaborador

Licenciado en Economía por el ITAM, y Maestro en Desarrollo Regional por el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de la Haya Holanda. Realizó...

México Social

La destrucción generada por los terremotos de los días 7 y 19 de septiembre pusieron de manifiesto, una vez más, los enormes rezagos sociales que persisten en el sur-sureste del país, pero, sobre todo, lo que José Woldenberg señalaría alguna vez, como nuestra más grande “falla geológica”: la desigualdad.

Desde esta perspectiva, a partir de ahora la solidaridad de los millones de personas que se volcaron para aliviar las necesidades de quienes resultaron afectados, debe convertirse en el único rasero aceptable de actuación para todas las autoridades.

Hay tres medidas que deben tomarse si realmente se quiere aprovechar la tragedia para recomenzar; y es que estos sismos deberían llevarnos, no a reconstruir lo que se destruyó, sino a un reinicio en la forma en cómo concebimos al país.

La primera de ellas, es retomar la noción del desarrollo regional. Tenemos que comprender que, de otro modo, lo que va a ocurrir es que se van a levantar nuevamente casas, para que en el próximo temblor haya otros cientos, quizá miles de edificaciones derruidas.

La segunda acción que debe llevarse a cabo es la ratificación de los Acuerdos de San Andrés; si más del 80% de los daños por sismos de alta intensidad ocurren en territorios mayormente poblados por personas indígenas, entonces es urgente detonar las capacidades para el desarrollo en sus territorios. De acuerdo con el Coneval, más de 7 de cada 10 personas indígenas son pobres, y ésa es una brecha que no podemos permitir que siga reproduciéndose.

La tercera acción urgente es avanzar en la generación de renovadas redes de abasto y mercados locales: apostar por la integración de cadenas de valor, potenciar las vocaciones productivas locales —privilegiando aquellas que permiten proteger el patrimonio cultural y ambiental de los pueblos originarios—, pero también en las ciudades pequeñas y medias, a fin de garantizar el desarrollo local sostenible, y originar nuevas capacidades para el desarrollo.

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