La Caida de Francisco I. Madero y la Decena Trágica

Virginia Bautista   21/11/2017

Virginia Bautista

La Ciudad de México fue el escenario de la Decena Trágica, como se le denomina a los diez dias de enfrentamientos que generó el movimiento armado para derrocar al gobierno del presidente Francisco I. Madero (1873-1913), el primero electo democráticamente en el país. Del 9 al 18 de febrero de 1913 se desarrolló éste conflicto que culminaría con la llegada de Victoriano Huerta al poder y el asesinato de Madero.

Este primer día de beligerancia se llevaron a cabo los sucesos más vitales y clave de este movimiento: la sublevación de los militares, la toma y la inmediata recuperación del Palacio Nacional, la muerte del general rebelde Bernardo Reyes, el asalto al depósito de armas de La Ciudadela, la Marcha de la Lealtad encabezada por Madero y la salida de éste a Cuernavaca, para buscar el apoyo del general Felipe Ángeles.

Los sitios emblemáticos del primer día de lucha fueron la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan, el cuartel de Tacubaya, el Palacio Nacional, La Ciudadela y las prisiones de Santiago Tlatelolco y Lecumberri.

Con esta reflexión comenzamos una serie que conmemora esta gesta histórica, la cual no se detiene el 18 de febrero, con el fin de los actos violentos, sino que llegará hasta el día 22 –cuando son asesinados el presidente  Madero y el vicepresidente José María Pino Suárez–, para buscar una mayor compresión del suceso que cambió para siempre el rumbo político de México.

Los cadetes del Colegio Militar escoltaron a Francisco I. Madero

Francisco I. Madero salió del Castillo de Chapultepec rumbo al Palacio Nacional, custodiado por cadetes del Colegio Militar y gendarmes de la capital, acompañado por miembros de su gabinete y amigos, en lo que se denominó la Marcha de la Lealtad.  El presidente nombra a Victoriano Huerta comandante militar de la plaza en sustitución de Lauro Villar y se traslada a Cuernavaca, en busca de apoyo.

Los grupos, de diversas procedencias

Es sorprendente que los alzados hayan podido llegar hasta tal punto, ya que a la multiplicidad de grupos involucrados no sólo les faltaba la mínima coordinación, sino que además los conspiradores trataban de madrugarse unos a otros, incluidos los que habían salido tarde porque algunos se quedaron dormidos.

Además, mientras la mitad del Ejército mexicano se insurreccionó, la otra mitad permaneció dormida, pues nadie creía que el conflicto armado fuera a desatarse, a pesar de que los rumores corrían desde meses atrás.

El general Lauro Villar fue uno de los pocos que tuvo una pronta reacción, liberando al secretario de Guerra y Marina y al hermano del Presidente.

Generales se han sublevado contra el gobierno de Francisco I. Madero

Fue domingo aquel 9 de febrero de 1913, cuando, con el inicio del movimiento armado denominado Decena Trágica, hace exactamente cien años, cambió para siempre el rumbo democrático del país.

A las cuatro de la mañana, los habitantes de la Ciudad de México que madrugaron fueron testigos del arranque del último conflicto armado del siglo XX que tuvo como escenario a la gran urbe. El objetivo: derrocar al gobierno del presidente Francisco I. Madero (1873-1913), el primero electo democráticamente el 6 de noviembre de 1911.

La Decena Trágica, que tuvo lugar hasta el 18 de febrero, comenzó cuando los generales Manuel Mondragón y Gregorio Ruiz levantaron en armas a un grupo de cadetes de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan, y a la tropa del cuartel de Tacubaya. Pero el conflicto bélico culminó hasta el 22 de febrero, con el asesinato de Madero.

Este primer día, explica la historiadora Rebeca Monroy Nasr, fue decisivo, pues se llevó a cabo la toma y la inmediata recuperación del Palacio Nacional, la muerte del general rebelde Bernardo Reyes, el asalto al depósito de armas de La Ciudadela, la Marcha de la Lealtad encabezada por Madero y la salida de éste a Cuernavaca, para buscar el apoyo del general Felipe Ángeles.

La investigadora del INAH narra que eran tres los objetivos claros que tenían tanto los alumnos de la Escuela Militar de Aspirantes de Tlalpan como los soldados del cuartel de Tacubaya que se rebelaron esa madrugada: tomar el Palacio Nacional para capturar al secretario de Guerra y Marina Ángel García Peña y llegar a las prisiones de Santiago Tlatelolco y Lecumberri para liberar, respectivamente, a los generales porfiristas Bernardo Reyes y Félix Díaz. Lo cual se logró.

El historiador Adolfo Gilly se sorprende que los alzados hayan llegado hasta este punto. “En la multiplicidad de grupos involucrados no sólo faltaba una mínima coordinación, sino que además los conspiradores trataban de madrugarse unos a otros, incluidos los que habían salido tarde porque unos se quedaron dormidos y otros no encontraban sus arreos”.

En el libro Cada quien morirá por su lado. Una historia militar de la Decena Trágica (Era), el investigador de origen argentino detalla que ese día la mitad del Ejército mexicano se insurreccionó y la otra mitad estaba dormida, pues nadie creía que esto fuera a suceder a pesar de que los rumores existían desde meses atrás.

El general Lauro Villar, fiel al gobierno de Madero, fue uno de los pocos que tuvo una pronta reacción y recuperó el Palacio Nacional, liberando a García Peña y a Gustavo A. Madero, hermano del presidente, que habían sido hecho prisioneros.

También fue Villar quien enfrentó a Bernardo Reyes cuando arribó al zócalo con un grupo de rebeldes. Le solicitó que depusiera las armas y ante el ataque de Reyes abrió fuego. Este general, padre del después famoso escritor Alfonso Reyes, fue uno de los primeros en morir acribillado.

Por su parte, el presidente Madero, quien había sido informado por teléfono de los hechos, salió del Castillo de Chapultepec rumbo al Palacio Nacional, custodiado por cadetes del Colegio Militar y gendarmes de la capital, acompañado por miembros de su gabinete y amigos, en lo que se denominó la Marcha de la Lealtad.

“Esta marcha fue uno de los sucesos más fotografiados de la Decena Trágica. Hay una imagen famosa cuando se refugian en la Fotografía Daguerre, porque los empiezan a atacar, y desde ahí ofrece Madero un discurso. Ya se ve a su lado al general Victoriano Huerta, quien más adelante lo traicionaría”, agrega Monroy Nasr.

Hacia las 11:30 horas, Díaz y Mondragón atacaron La Ciudadela, edificio que funcionaba como depósito de armas y municiones. De esta forma, los golpistas se hicieron de 27 cañones, ocho mil 500 rifles, cien ametralladoras, cinco mil obuses y 20 millones de cartuchos.

Madero, al llegar a Palacio Nacional, estructura la defensa, pero comete dos errores graves: nombra a Huerta comandante militar de la plaza en sustitución del general Villar y, hacia las tres de la tarde, decide trasladarse a Cuernavaca, dejando solos a sus soldados leales.

Reflexiones literarias

La Decena Trágica motivó crónicas, reflexiones y poemas. Renato Leduc (1897-1986) narró en Historia de lo inmediato (FCE): “En la madrugada del 9 de febrero de 1913, en algunos cuarteles del Distrito Federal estalló un vulgar motín militar –cuartelazo, se le llama en México– urdido por Félix Díaz y Manuel Mondragón, dos viejos y desprestigiados generales sobrevivientes del ejército de la extinta dictadura.

“El presidente Madero envió para combatir a los sediciosos, que se habían encerrado en la zona militar llamada La Ciudadela, al general Victoriano Huerta; en quien, después de la victoria sobre Pascual Orozco y su dura campaña de represión contra Emiliano Zapata, había depositado toda su confianza.

“Huerta puso sitio a La Ciudadela. Durante diez días simula combates con las tropas rebeldes de Díaz y Mondragón; pero, entretanto, se pone de acuerdo con ellos. Y, sorpresivamente, el 19 de ese mismo mes, desconoce al gobierno del presidente Madero, le obliga a renunciar, le hace prisionero en dramática escena en el Palacio Nacional y, el día 22, le manda asesinar en compañía de Pino Suárez, vicepresidente de la República”.

Personajes

Lauro Villar Ochoa (1849-1923)

Originario de Matamoros, Tamaulipas, Villar defendió Palacio Nacional al inicio de la Decena Trágica. Sus tropas se enfrentaron a las de Félix Díaz y Bernardo Reyes –a quien dieron muerte–. Villar resultó herido en un hombro por lo que Francisco I. Madero lo sustituye por Victoriano Huerta.

Manuel Mondragón (1859-1922)

Nacido en Ixtlahuaca, Estado de México, fue de los iniciadores de la revuelta y cuartelazo contra Francisco I. Madero. Junto con Félix Díaz ocupó La Ciudadela el 9 de febrero de 1913 y a él se atribuye haber dado la orden de fusilar en el acto a Gustavo Madero y Adolfo Bassó.

Félix Díaz Prieto (1868-1945)

Sobrino de Porfirio Díaz, Félix Díaz fue liberado de la prisión el 9 de febrero de 1913. Tras el intento de tomar Palacio Nacional, se pertrechó en La Ciudadela junto con el general Mondragón, desde donde dirigió distintos ataques contra las fuerzas leales al presidente Madero.

Bernardo Reyes (1849-1913)

Originario de Guadalajara, Jalisco, Reyes gobernó Nuevo León durante un largo periodo. En 1909 fue enviado a una “comisión” militar a Europa. Regresó a México y se rebeló contra Madero, quien lo mandó arrestar. El 9 de febrero de 1913 fue liberado y  acribillado ese mismo día.

Victoriano Huerta (1845-1916)

Nacido en Colotlán, Jalisco, Huerta se graduó en el Colegio Militar. Tras encabezar la traición a Madero se hizo con el poder durante 17 meses. Con el avance de la Revolución debe abandonar el gobierno y se autoexilia en Barcelona. Debido a su alcoholismo, Huerta muere en El Paso, Texas.

COMPARTE TU OPINIÓN