1985: Una ciudad atónita en medio de las ruinas

roberto rodriguez rebollo | colaborador   22/09/2022

FOTO: Archivo Excelsior

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roberto rodriguez rebollo | colaborador

Por un momento, el imaginario colectivo pensó que el fin de la ciudad había llegado; El terremoto más devastador ocurrido en la Ciudad de México puso entredicho la cultura preventiva de la capital ante desastres naturales de este tipo.

La mañana del 19 de septiembre de 1985, un sismo de 8.1 grados, escala Richter, con epicentro cerca de las costas del estado de Michoacán, sacudió por alrededor de 120 segundos a la Ciudad de México y otros estados como Colima, Michoacán, Jalisco y Guerrero, tiempo en que el terror se apoderó de los ciudadanos.

La tierra se cimbró durante cerca de dos minutos de manera ininterrumpida. El movimiento telúrico sorprendió a los habitantes de la capital del país alrededor de las 07:00 de la mañana, mientras la rutina diaria comenzaba.

La Ciudad de México, zona de desastre; miles de víctimas. Devastador terremoto del octavo grado”

Publicó Excélsior en su primera plana del 20 de septiembre.

Más de un centenar de edificios públicos y privados quedaron ayer reducidos a escombros; otros cientos más, resentidos seriamente en sus estructuras; extraoficialmente se habla de un promedio de tres mil víctimas, entre muertos y desaparecidos; hay miles de heridos; los daños son incalculables y hasta anoche no había cifras oficiales al respecto”, se puede leer en las páginas de este rotativo.

Los servicios de emergencia y las brigadas de rescate no alcanzaron a cubrir todas las zonas de desastre, por lo que, la Marina y el ejército pusieron en marcha el Plan DN-III para ayudar en las labores de rescate a la población afectada.

Edificio Nuevo León en el conjunto urbano Nonoalco, Tlatelolco, el multifamiliar Juárez, la cuarta torre del conjunto habitacional Pino Suárez, un edificio de la Procuraduría del Distrito Federal, las instalaciones oficiales de la Secretaría del Trabajo ubicadas en Fray Servando también colapsaron por completo.

Otras edificaciones con graves daños como el de la Cámara de Comercio, en Abraham González, Coparmex, entre otras instalaciones de dependencias de Estado. La sede del Conalep en Balderas, el Centro Médico Nacional, el hospital Juárez, la Secretaría de Comunicaciones y la Secretaría de Marina. Así como parte del complejo de Televisa quedaron derruidas casi en su totalidad.

Hoteles como el Finisterre, ubicado en Tlalpan quedó derruido y parte de su estructura sostenida por un puente peatonal. El hotel Versalles y el hotel del Prado, este último se encontraba en avenida Marina Nacional.

El movimiento sísmico ocasionó la caída de algunos cines en la capital como el Atlas, Internacional y Colonial. Además, un gran número de teatros y otros centros de espectáculos se encontraban en peligro de derrumbe. Las mayores afectaciones se dieron en la alcaldía Cuauhtémoc, demarcación donde el desplome de inmuebles era casi incuantificable. Así como gran número de casas y construcciones en las colonias Condesa, Obrera, Guerrero, Roma, Centro, Doctores, entre otras.

Más de 200 edificios escolares resultaron afectados en la Ciudad de México. Cerca de 40 recintos religiosos sufrieron daños, entre ellos, el templo de San Hipólito que presentó grietas, según informó la Comisión Nacional de Arte Sacro. A su vez, la tubería de la red de agua potable de la ciudad registró más de 800 fracturas a lo largo de toda su infraestructura, según dieron a conocer las autoridades.

Por su parte, el entonces presidente de México, Miguel de la Madrid, decretó tres días de duelo nacional y la bandera se izó a media asta en las dependencias oficiales de todo el país.

La Secretaría de Educación Pública informó en un comunicado que las clases en todos los niveles educativos se reanudarían hasta nuevo aviso debido al estado de emergencia que atravesaba la sociedad en esos momentos. Ante ello, edificios escolares y colegios se inspeccionaron de manera minuciosa para garantizar un regreso seguro a las aulas.

LA RÉPLICA

Al siguiente día, el 20 de septiembre, se presentó otro sismo, de 6.5 grados. Eran las 19:38 horas cuando todo comenzó a cimbrarse de nueva cuenta. El epicentro del nuevo sismo fue localizado en la región de Pinotepa Nacional, Oaxaca.

El hecho provocó un pánico generalizado entre los capitalinos. Varios edificios previamente afectados terminaron por derrumbarse ante los efectos del movimiento. Las principales calles y avenidas volvieron a llenarse de personas que buscaban mantenerse a salvo de posibles desplomes.

Según los registros periodísticos de Excélsior, a 72 horas de ocurrida la tragedia la cifra de fallecidos ascendía dramáticamente a 2, 822. Tan solo el sector salud había atendido a casi 7 mil heridos. Por si fuera poco, en esos días seguían registrándose sismos de diferentes magnitudes en su gran mayoría provenientes de Oaxaca.

Las autoridades capitalinas indicaron que el servicio médico forense multiplicó sus operaciones, con lo que se desbordó la capacidad en cuanto a número de cadáveres en los anfiteatros de la ciudad. Por ello, el Parque del Seguro Social, se convirtió en una imponente morgue donde los fallecidos eran llevados. Otros parques públicos también fueron habilitados para resguardo de cuerpos a falta de instalaciones para tal fin. Las calles se encontraban cubiertas de féretros en espera de ser trasladados a alguna sede funeraria ya fuera formal o improvisada.

Excélsior informó que “las zonas más críticas fueron: Tlatelolco, los alrededores del monumento a la Revolución, Bucareli, Reforma-Centro, Reforma-Insurgentes; colonias Roma, Narvarte y del valle”, entre otros puntos de la ciudad donde las ruinas se apoderaron de las calles.

A pesar de los daños, la remoción de escombros continuó en centenares de edificios a lo largo de las demarcaciones de la capital. Miles de socorristas, voluntarios y personal de rescate de diversas instituciones laboraban en las zonas de desastre en búsqueda de personas con vida para ser liberadas de entre las construcciones destrozadas, a pesar del riesgo que esto representaba.

Después del nuevo sismo, la línea del transporte metropolitano subterráneo suspendió su servicio de manera momentánea, mientras tanto los servicios de emergencia se encargaban de brindar auxilio en las zonas con mayor índice de devastación. Por su parte, el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México detuvo operaciones hasta que las condiciones mejoraron, fue necesario disminuir el flujo de vuelos.

A consecuencia de las afectaciones, los edificios pertenecientes al complejo habitacional de Tlatelolco fueron desalojados por personal La plaza de las tres culturas se convirtió en un campamento improvisado para los habitantes de los emblemáticos departamentos.

Los suministros básicos estaban totalmente suspendidos, aunque en las colonias de menor afectación la energía eléctrica comenzaba a regularizarse de manera paulatina. En tanto, las alcaldías con suspensión del suministro de agua fueron principalmente Tlalpan, Xochimilco, Milpa Alta y algunas áreas de Coyoacán, esto debido a la reparación de las instalaciones hidráulicas dañadas durante el terremoto y sus réplicas.

Sin embargo, los estados al interior de la república afectados por los efectos del siniestro telúrico fueron Michoacán, Jalisco, Colima y Guerrero, donde estaban interrumpidas las comunicaciones y los daños eran evidentes, sobre todo en Lázaro Cárdenas, Michoacán, lugar del epicentro.

LOS TESTIMONIOS

Todo estaba bien, en plena tranquilidad y el movimiento telúrico la interrumpió; de repente, a las 7:21, cuando el terremoto casi terminaba, todo frente a mí se oscureció, el Nuevo León comenzó a tronar, se escuchó un fuerte ruido, después se vio una nube de polvo… al levantar la mirada, ya no existía ¡se desplomó!”, aseguró Estela Altamirano, una vecina del edificio Yucatán en Tlatelolco.

“¡Estoy vivo!” Exclamó Rafael Beltrán Lara, una de las personas rescatadas en el edificio Nuevo León. Dos jóvenes voluntarios dieron con su cuerpo atrapado entre las pesadas estructuras del edificio cinco días después del siniestro; así volvió a ver la luz quien se aferró como pudo para evitar morir aquella mañana.

Por otro lado, Arnoldo López Vargas, un abogado regiomontano que se encontraba hospedado en el hotel Regis al momento del terremoto, relató cómo fue que sobrevivió al colapso del enigmático edificio. Se encontraba dormido en la habitación 700 en el séptimo piso.

Mientras dormía, el terremoto lo sorprendió al grado de caer de la cama. La televisión cayó y rebotó por todas partes. De pronto se percató que las ventanas habían prácticamente caído al vacío. Una vez terminado el movimiento, “ya no había ventanas, y al abrir la puerta del cuarto me di cuenta de que la pared de mi habitación era la última… La otra parte del hotel había desaparecido”, platicó para Excélsior en una entrevista realizada días después de ocurridos los hechos.

Tras conseguir bajar desde el séptimo piso entre los escombros, junto con cuatro personas más, Arnoldo detalló que una vez estando en la Alameda, cubierto de polvo levantó la mirada y pudo ver como el edificio del Regis terminó de desplomarse.

“…al llegar a la esquina se oyó un estruendo, volteé y vi cómo se derrumbaba el hotel Regis. La verdad es que hasta ese momento no tenía conciencia real de lo que estaba sucediendo; todo había sido salir, escapar, por un momento pensé que era un sueño… Me alteré cuando vi el derrumbe. ¡Es cierto!, pensé”.

DATOS Y MITOS

En medio de la situación de dramatismo los servidores públicos aprovecharon la oportunidad para cometer actos de corrupción. Tal es el caso de un delegado del Ministerio Público, quien en la colonia Obrera exigió dinero para agilizar la entrega de cuerpos a familiares de víctimas por el temblor. Los reporteros de Excélsior se percataron de la conducta del funcionario y “lejos de corregir su forma de proceder, negó información y tampoco quiso dar su nombre”.

Hasta antes del terremoto, el edificio Nuevo León estaba a punto de ser sometido a un proceso de recimentación y reforzamiento de su estructura.

En algún momento, se pensó en las posibilidades de suspender el mundial de fútbol a realizarse en México en 1986. Sin embargo, la Federación Internacional de Fútbol Asociación (FIFA) evaluó las circunstancias y determinó la continuidad de la justa mundialista en tierras mexicanas.

Líderes de estado y representantes de países alrededor del mundo como Estados Unidos, Nicaragua, Colombia, Argentina, Francia, Alemania, Perú, Costa Rica, Panamá, Gran Bretaña, Japón, India, España, y personalidades como el papa Juan Pablo II, entre otros, expresaron palabras de condolencias hacia México y ofrecieron apoyo de todo tipo a la nación devastada por la naturaleza.

Excélsior puso sus páginas al servicio de las familias incomunicadas, se habilitó un espacio especial para dar a conocer información importante para localizar a personas extraviadas con sus familiares en toda la República.

El tenor español, Plácido Domingo, perdió familiares que se encontraban en el edificio Nuevo León en el momento del fatal sismo. El cantante se trasladó a la capital mexicana para apoyar en las labores de rescate. Posteriormente realizó importantes donativos a los damnificados.

La tragedia trajo consigo la organización solidaria de los mexicanos que se unieron para brindar apoyo en las zonas de mayor urgencia. Desde la donación de víveres, el traslado de heridos, auxilio vial hasta trabajo directo en los escombros en búsqueda de personas atrapadas. Ese apoyo dio como resultado la creación del grupo de rescatistas conocidos como ‘Topos’, un equipo de rescate especializado en situaciones de desastre. Desde entonces la brigada ha actuado en labores humanitarias alrededor del mundo.

La Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) y las autoridades de salubridad de la ciudad emprendieron una férrea campaña para evitar la proliferación de enfermedades durante las tareas de remoción de escombros.

La misma casa de estudios dio a conocer que después del terremoto de 8.1, se registraron más de setenta réplicas de diversas magnitudes tan solo durante el mes de septiembre. “Las supuestas predicciones sobre sismos en un futuro próximo que se han difundido recientemente, carecen de toda base científica”, aclaró la entidad educativa en un boletín de prensa, sobre los rumores generados acerca de supuestos eventos sísmicos de gran magnitud.

El DIF Nacional se hizo cargo de los niños que perdieron a sus familias. Muchos de los menores de edad recibieron atención por parte del organismo, otros fueron dados en adopción y algunos continuaron con su vida de manera separada.

Autoridades y expertos de la época debatieron sobre la descentralización de las instituciones gubernamentales con la finalidad de evitar catástrofes como la de septiembre del 85. Algunas oficinas de gobierno sufrieron severos daños debido a los siniestros.

El Centro Médico Nacional, además de ser una de las más importantes sedes de salud del país, resguardaba diversas obras artísticas de gran relevancia cultural. Entre ellas la obra de David Alfaro Siqueiros llamada “Apología de la futura victoria contra el cáncer”, mural que no sufrió daños y pudo ser rescatado junto con otros objetos de amplio valor artístico.

Después de 13 días, fue identificado Luis Ramón Nafarrete Maldonado, conocido como “Monchito”, de 09 años de edad, de entre los escombros del edificio ubicado en Venustiano Carranza 148, en el Centro Histórico de la Ciudad de México.

La identificación ocurrió después de que dos policías que resguardaban el lugar escucharon ruidos provenientes de las pesadas losas de concreto. Caminaron tratando de averiguar el origen de los golpes. En ese momento se solicitó la presencia de una cuadrilla de rescate.

Los trabajos se prolongaron por varias horas, a pesar de ello, los golpes seguían escuchándose, al parecer respondían a la comunicación con el exterior. Nunca se supo qué pasó con el niño, se dijo que fue rescatado, también se llegó a pensar que tal vez el infante no existió y era producto de la imaginación o la histeria de rescatistas y familiares.

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