¿Qué representa hoy la UNAM?

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26/02/2018

Foto: @UNAM_MX

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Mario Luis Fuentes | Colaborador

Licenciado en Economía por el ITAM, y Maestro en Desarrollo Regional por el Instituto de Estudios Sociales de la Universidad de la Haya Holanda. Realizó...

Por eso es perverso asumir que todo puede arreglarse, exclusivamente, vía el uso de la fuerza y con base en averiguaciones previas, las cuales, por cierto, a pesar de haberse interpuesto las denuncias ante las autoridades correspondientes, no han tenido un avance relevante por parte de las autoridades de la Ciudad de México.

Los universitarios rechazamos todo intento de incorporar a nuestros espacios a personal armado. Eso constituye un contrasentido a la vocación libertaria, de plena convicción y compromiso con los derechos humanos y de fomento de una cultura de la paz y la solidaridad.

La solución de meter a agentes policiacos armados al campus universitario obvia varias preguntas: en primer lugar ¿cómo y desde dónde llegan quienes venden las drogas? ¿cómo y desde dónde las transportan? ¿Por qué pueden andar armados por la ciudad y llegar hasta las instalaciones de la universidad sin que nadie los moleste? Y: ¿por qué pueden salir del campus universitario, armados, y recorrer nuevamente las calles, para regresar una vez más, en el mismo ciclo, a la Ciudad Universitaria, pero también a otros planteles?

Debe insistirse, de forma tenebrosa, se quiere pasar la responsabilidad a la UNAM, de un problema que ni se gestó en nuestras aulas ni en nuestros espacios. Y eso sólo puede hacerlo quien tiene interés en que el problema no se resuelva, porque ni la Rectoría ni las direcciones de las escuelas pueden actuar como si fuesen policías investigadoras o ministerios públicos.

Comprender lo que es la UNAM como proyecto de educación pública debe permitir mostrar que se trata de uno de los principales instrumentos con que contamos, no sólo para generar conocimiento científico, humanístico y en el mundo de las artes, sino para promover la inclusión, la tolerancia, los mejores valores democráticos, y, por supuesto, la movilidad social.

La Universidad Nacional Autónoma de México es síntesis de educación, cultura, ciencia y pensamiento crítico. Es resguardo de lo mejor de la creación espiritual de nuestro país, es sede de espacios privilegiados en donde la libertad se ha ejercido de manera ejemplar a lo largo de nuestra historia como país y también es potencia y proyección de lo que somos, así como también de lo que aspiramos a ser como pueblo. La UNAM es también crisol y reflejo de lo que somos como país, nuestros dilemas se piensan y se viven en sus aulas, pasillos y espacios abiertos: no puede pensarse que se trata de una ínsula o una burbuja alejada de lo que se vive en las calles

Es cierto que la Universidad enfrenta enormes problemas y retos, pero éstos están asociados a un Estado que no cuenta con los recursos suficientes para invertir más en la educación; porque la tecnocracia ha impuesto un modelo de gobierno en el cual la educación pública es una “carga”, y porque se ha renunciado a ser un país capaz de transitar a la economía del conocimiento, con base en poderosas instituciones públicas de educación e investigación.

La Universidad Nacional Autónoma de México enfrenta, sin duda, los retos de un país en el cual la movilidad social ascendente es muy baja, en donde la inversión en la educación pública es regateada año con año, en donde hay una profunda violencia estructural y en donde la impunidad, así como también la corrupción se han instalado como las peores prácticas de las instituciones de procuración e impartición de justicia.

México no podría entenderse sin sus instituciones de educación superior, entre otras, como la UNAM, como el Politécnico Nacional, como la Universidad Pedagógica Nacional, la UAM o la Universidad de Chapingo; todas ellas espacios de auténtico compromiso social; y todas ellas hoy bajo el embate de fuerzas perversas que quisieran, si pudor alguno, desaparecer todo esfuerzo público no sólo para educar, sino para promover continuamente, la elevación espiritual de nuestra sociedad.

Por ello, con orgullo, hoy los universitarios debemos decir fuerte y claro: “Por mi raza, hablará el espíritu”.

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