Si aclamáramos a Jesús como rey el mundo sería distinto

Cuento para entender el Evangelio: Jugando y aprendiendo

Dos hermanos, Adrián y Juan Manuel se divertían jugando en la mañana del domingo mientras su mamá les preparaba un sabroso desayuno, después de jugar con la pelota se pusieron a escuchar música para niños. La canción hablaba de tres cochinitos que expresaban sus más grandes deseos, también decía que uno de ellos quería ser rey.

En ese momento llegaron a visitarlos sus vecinos, Gustavito y Sebastián, al escuchar la canción uno de los amiguitos propuso jugar a que cada uno era un rey, decir lo que les gustaría ser porque a los reyes se les cumplen todos sus deseos.

Gustavito fue el primero, los niños le colocaron una corona de cartón y una toalla simulando una capa, después lo sentaron en un sillón y escucharon sus deseos.

“Quisiera tener muchas riquezas y cumplir todos mis caprichos, comprar casas, autos, muchos juguetes y dar dinero para que me pasen de año sin tener que ir a clases, además podría romper muchos vidrios y hacer muchas travesuras y dar dinero para que nadie me moleste por esas cosas”

Llegó el turno de Sebastián, quien sin pensarlo dos veces dijo:

“A mí me gustaría tener mucho poder y acabar con todos mis enemigos, metería a la cárcel a los maestros que dejaran tareas, echaría bombas a la escuela para que ya no hubiera clases, también tendría otra cárcel para encerrar a todos los niños que no me caen bien y también una cárcel para mis papás”

Después de que cada uno de los pequeños dio a conocer sus deseos Juan Manuel dijo que él daría el trono a un amigo que en verdad lo merezca.

“Mi amigo se llama Jesús y estoy seguro que si todos los seres de la Tierra lo aclamamos como rey el mundo será totalmente distinto”

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