Violencia en la UNAM: ¿A quién le conviene la existencia de los porros?

06/09/2018

Huffington Post México

Herbert Marcuse, en su obra El hombre unidimensional, criticó al capitalismo y señaló que las dos primeras revoluciones habían estado a cargo de los campesinos y de los obreros, respectivamente: ahora tocaba el turno a los estudiantes (1964). Huelga decir el impacto que en dicho sector tuvieron sus teorías y en el movimiento occidental del 68.

En México, la violencia estudiantil es de larga data y la podemos encontrar incluso previa a la inauguración de la UNAM en 1910, cuando aún no alcanzaba su autonomía. El conservadurismo y liberalismo han sido ideologías que ensalzaron los enfrentamientos y búsqueda de control de los espacios educativos. El punto de maduración de esos movimiento se alcanzó en la década de los cuarenta del siglo pasado, cuando gobierno y organizaciones estudiantiles hallaron un punto de entendimiento: el uso recíproco basado en un ganar-ganar, dado que el primero lograba la contención del conglomerado estudiantil y, los segundos, impunidad, poder y acceso a la vida política y burocrática. Por estar asistidos de jugadores y aficionados al futbol americano, se les denominaron porros, una masculinización de la porra deportiva.

Después del movimiento del 68, tales grupos se empoderaron y enquistaron en todas las instituciones educativas de nivel medio y superior de la capital del país. Se convirtieron en auténticos grupos de choque, necesitados y tolerados por las autoridades tanto de gobierno como académicas. Su participación en actividades electorales se incrementó a medida en que aumentaba la inconformidad social. Muchos de los porros solo estaban matriculados sin ser alumnos regulares; obtenían una mesada de las direcciones, ingresos extras por actividades ilícitas (robo, narcomenudeo, entre otras) y el hecho de ser fósiles les dotaba de mayor jerarquía y consecuentemente, un cogobierno y hasta autogobierno en todos los planteles.

Los porros se convirtieron en auténticos grupos de choque, necesitados y tolerados por las autoridades tanto de gobierno como académicas.

Los enfrentamientos con motivo del clásico de futbol americano entre la UNAM y el Politécnico son de antología. Una nueva vertiente originada por el liberalismo económico fue el bloque negro europeo, conocido en nuestra región como anarquistas, quienes si bien no se enfrentan a los porros, les han disputado territorios, demandas y seguidores. Ese peligroso coctel subsiste.

En pleno 2018 y luego de una extraordinaria jornada democrática que llevará al país y a la capital del mismo a ser gobernados por la izquierda, es evidente que muchos grupos de poder han sido desplazados de privilegios y posiciones. Una hipótesis me lleva a analizar qué grupos de poder en la Ciudad de México serán desplazados ante la nueva administración. En sociología se analiza un tema denominado estrategias de manipulación, que consiste en crear un problema para después ofrecer su solución. Faltan tres largos meses para el inicio de funciones de los gobiernos, tiempo preciso para buscar negociaciones o bien, para que justo a su estreno, el conflicto les estalle a aquellos que siendo de izquierda, se vean impedidos de usar la fuerza o coacción ante supuestos estudiantes.

La solución no solo está en la política, sino en evitar la impunidad. Una investigación científica de carácter criminal puede develar el entramado de intereses y llevar ante la Justicia no solo a los golpeadores –muchos de ellos con antecedentes penales e inscritos en nóminas oficiales- sino a sus autores intelectuales, quienes presumo, buscan desesperadamente no ser tocados, mantener posiciones y, reaparecer en el siguiente gobierno, como destacados funcionarios.

Esta es una hipótesis. El tiempo dirá si fue acertada.

COMPARTE TU OPINIÓN